Carla Pertile, médica veterinaria y becaria doctoral del INTA CONICET, habló sobre la producción de la vacuna Babesan para combatir una de las principales causas de mortalidad de bovinos en el NEA.
Para fortalecer la protección de los rodeos ganaderos de la región del NEA, la médica veterinaria y becaria doctoral del INTA CONICET, Carla Pertile, habló al respecto de la producción de vacunas para prevenir la tristeza bovina, una de las principales causas de mortalidad de bovinos.
Pertile se especializa en el grupo de sanidad animal, específicamente en el área de hemoparásitos de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Mercedes, donde es una de las responsables en la producción de la vacuna Babesan que contiene los hemoparásitos babesiosis y anaplasmosis necesarios para su creación.
Además, se encarga de investigar la babesia bigemina. Un protozoo que genera anemia y fiebre en el animal, al punto de matarlo en pocos días. Al igual que la babesia bovis, puede provocar tristeza bovina en los animales al invadir los eritrocitos y romperlos.
Una vez allí, el protozoo empieza a multiplicarse dentro de los glóbulos rojos, que son las células que tienen la sangre, las rompe y generan anemia. De esta manera el animal comienza a presentar síntomas como ictericia, debilidad, y fiebre que hacen que se vea como triste.
Posteriormente, la investigadora explica que “el animal termina muriendo por un paro cardiorespiratorio, por un shock hipovolémico. No tiene sangre suficiente para oxigenar a todos sus tejidos”.
Un brote de babesiosis o anaplasmosis puede producir hasta un 30% de mortalidad en animales adultos. Por lo que Pertile reitera que la única forma de prevenir la enfermedad transmitida por la garrapata común del bovino es a través de la vacuna. “Dentro de la región es la principal vacuna dentro del calendario sanitario, porque la enfermedad más predominante en esta región es la tristeza bovina”, añadió.
Según la investigadora, la vacuna es una herramienta eficaz en cuanto al beneficio del animal. “Se aplica a terneros de hasta 10 meses de edad, genera una inmunidad que dura toda la vida del animal y solamente se aplica una sola vez”, destacó.
Por otro lado, Pertile habló del aislamiento y amplificación de una cepa patógena de Babesia bigemina, que provino de un brote producido en Curuzú Cuatiá. “La babesia bigemina es parásito bastante poco frecuente, es más común la babsiea bovis, y en este caso fue un brote que hubo en Curuzú. El veterinario trajo la muestra que consiste en sangre y frotis para hacer el diagnóstico. Y encontramos que era babesia bigemina”.
La investigadora detalló que el modo para aislar la cepa consiste en inocular la muestra en un ternero esplenectomizado (se le extirpa el bazo) y reproducir la enfermedad. De allí el animal infectado se enferma y se lo hace desangrar para recuperar la cepa que será congelada.
Por último, resaltó la importancia de conservar estas cepas para desarrollar futuras vacunas y generar, no solo anticuerpos, sino también suficientes defensas para realizar desafíos con una cepa patógena que soporte la infección patológica. “Hoy en día la mejor herramienta que tenemos es la vacuna que se produce en el INTA”, concluyó.
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